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Me apasionan las máquinas de coser Singer. Pero las viejas, a pedal. La cosa tiene su historia, porque mi abuela tenía una, y mi tía abuela, y también mi mamá. En la Singer de mi madre aprendí a coser, bajo sus ojos pacientes y sus manos prolijas. Yo, en cambio, me apuraba y atropellaba porque la visión del modelo ya estaba en mi cabeza terminado y no podía esperar a que pasara el tiempo para darle forma. Así salían algunas catástrofes pero que tenían el sabor de lo conseguido inmediatamente. El modelo que yo usaba era una especie de máquina trilladora que podía coser de todo: jeans y lona, doblado y redoblado por mi inexperiencia.

La Singer Corporation fue fundada en 1851 por Isaac Merrit Singer en Nueva York. Allí también estaba la sede de la empresa, en el Edificio Singer, obra del arquitecto Ernest Flagg. El edificio, en su época considerado el más alto del mundo, fue derruído en 1968.

Hoy en día las máquinas viejas se siguen usando porque fueron contruidas para una eternidad. Algunos prefieren tenerlas de adorno. En Graz, en la Sporgasse, en el local de “Promente” me encontré con este modelo, que me encantó. Nostálgica, le saqué una foto para compartir con ustedes este retazo de historia.

Singer